Nació en Buenos Aires el 18 de septiembre de 1917. En el verano de 1934, a los 17 años, se pone en manos de la Virgen y escribe: “Quiero que con tu gracia, Mar del Plata sea el teatro de mi comienzo en el camino de la santidad” y acude a la Stella Maris encomendándole su deseo profundo de ser santo. En 1937 ingresa al Seminario de Buenos Aires y es enviado a Roma a estudiar en la Pontificia Universidad Gregoriana. Allí, bajo el pontificado de Pío XI, se interesa por el tema de la formación y la cultura cristiana y en 1941 es ordenado Sacerdote: “Nuestro Señor me va a hacer su sacerdote, el hombre de Dios y únicamente de El, que tiene por misión sacrificarse continuamente por los demás para levantarlos, sostenerlos, alentarlos y consolarlos” y agrega “Ya soy sacerdote por la gracia de Dios y podré cada día realizar el acto más grande que se da sobre la tierra: la Santa Misa”.
Identificado con el ideal paulino de instaurar todo en Cristo de la mano de la Virgen, ya en la Argentina organizó instituciones para la formación de la juventud: colegios, colegios universitarios, fue vice asesor de la juventud de la Acción Católica en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, profesor del Instituto de Cultura Religiosa Superior, del Seminario de Devoto y de los Cursos de Cultura Católica donde será su director, y de 1946 a 1957 el principal gestor de la fundación de la Universidad Católica Argentina, su Secretario General y Director del Instituto de Ciencias de la Cultura.
Intuyó la necesidad de un nuevo género de vida consagrada femenina al servicio de la Iglesia y en 1952 funda las “Servidoras”, otras “Marías”, como decía, para servir a JC.
Gracias a una donación en 1961 adquiere el casco de la antigua Estancia “La Armonía” en la diócesis de Mar del Plata que llamará Santa María de la Armonía y allí crea la Fundación Cultural Argentina como centro de espiritualidad, reflexión, formación y acción cultural y social. En este lugar dedicó su mayor tiempo y energía a distintos proyectos y a la formación de personas en quienes alimentó el anhelo de santidad, impartió sacramentos, acompañó vocaciones, siempre instando a “construir la tierra mirando el cielo”.
A los 53 años, lejos de su patria, de su familia espiritual y de la sangre, muere en Madrid el 18 de marzo de 1971. Su obra sacerdotal se prolonga a nuestros días. Su corazón latió siempre con la Iglesia y nada de lo humano fue ajeno a su tarea sacerdotal. Transmitía siempre su alegría interior viviendo lo que predicaba y haciéndose “todo a todos”, como había escrito una vez: “A Jesús todo, el 100% de lo que tengo y de mis posibilidades, todo o nada…”
En 1997 en el Arzobispado de Buenos Aires se inicia la Causa de Canonización.
Luis María Etcheverry Boneo
Padre, sacerdote y maestro
"Construir la tierra mirando el cielo"